Adéntrate en los rincones más encantadores del Castillo
y descubre una historia llena de leyenda
Piedra sobre piedra y siglo tras siglo se ha ido construyendo esta fortificación. La referencia más antigua al Castillo de Mora data de 1198, cuando el rey Pedro I de Aragón se lo dona a Pedro Ladrón para su defensa. Ese castillo era menos compacto que el actual, pero estaba protegido por un foso. Actualmente, sólo podemos observar los restos del foso en la parte de la fachada Norte. A causa de la Guerra de los Dos Pedros, el señorío de Mora pasó a manos de una de las familias más influyentes del reino, los Fernández de Heredia. Ellos construyeron el actual castillo, concebido como un lugar de residencia y centro neurálgico para sus señoríos.
Desde 1614 a 1835, el edificio albergó un convento franciscano, después fue cárcel y cuartel militar. A partir de ese momento, el proceso de deterioro se aceleró. Y, además, la Guerra Civil Española dejó también sus secuelas en forma de impactos de bala. Posteriormente, sirvió como Cuartel de la Guardia Civil y definitivamente quedó abandonado.
En 1972 comenzó el proceso de restauración de castillo por el arquitecto Antonio Almagro Gorbea. Este edificio consigue combinar una notable capacidad defensiva, con una clara vocación palacial. Con la primera impresión del exterior, queda patente sus grandes dimensiones. Las dos entradas están perfectamente protegidas; la Norte, por una torre-puerta con paso en altura y puente de madera desmontable; y la Sur, por una rampa en zig-zag, con muro aspillado y portal intermedio.
El interior nos traslada a un palacio gótico, articulado en torno a un gran patio central. Dentro podemos descubrir una capilla, amplios salones, cómodas alcobas señoriales, cocinas, calabozos, caballerizas, pozo-aljibe, dependencias para el servicio y dos niveles de extensos sótanos y bodegas. La ausencia de mobiliario originales acentúa su sobriedad. En la actualidad, el Castillo de Mora dispone de 9.000 m² de superficie construidos y es considerado la fortaleza más monumental del Sur de Aragón.
Su forma es irregular y tiene una superficie de 1400m². Está construida por elegantes arcos ojivales apoyados en columnas octogonales. Es el privilegiado escenario de diversos actos culturales.
Se accede a través de un arco sesgado. Esta sala está cubierta de bóveda de medio cañón. Sirvió de cárcel de distrito. Ahora alberga una exposición de armas de asedio y la recreación de un campamento medieval.
Lo más destacado son sus dimensiones: 32 m de largo por 8,50 m de ancho. Construida a base de piedras irregulares colocadas a modo de dovelas y un arco de directriz ojival, con idea de soportar las estructuras transversales de las plantas de arriba. Sus funciones fueron diversas: bodega, almacén de vituallas e incluso depósito de armas y pertrechos.
Gran sala abovedada con dimensiones similares al sótano alto. Construida en piedra irregular con arcos fajones de refuerzo. Su iluminación es por tres tragaluces en forma de aspillera. Lo más curioso en esta sala es la apreciación de parte de la roca natural, que invade el castillo de Mora de Rubielos (Teruel).
Dormitorio principal de la familia de los Fernández de Heredia. Está situado en la Torre Este. Dispone de un banco festejador, una puerta que da paso a la letrina y una chimenea de cantería. El artesonado de esta sala está adornado con doble ménsula de piedra.